viernes, 30 de marzo de 2018

Los genes palpables de la solidaridad

Por Enrique Milanés León. - CARACAS.–Pese a que sabe que libra la batalla más difícil, la de los genes, Melissa Silva Cambra conduce su consulta en el Centro Nacional de Genética con ejemplar serenidad. Una familia pobre de Charallabo, en el municipio de Paz Castillo, del estado de Miranda, ha venido a verla con un viejo pedido –«¡por favor, ayúdenos a desentrañar este misterio!»–, y la joven doctora venezolana promete determinar la enfermedad que castiga a varias generaciones de los Valero González.

Melissa, que en Cuba se hizo doctora y especialista en Genética clínica, tiene esa mañana un motivo adicional para el orgullo: a su lado está la eminente científica cubana Aracely Lantigua Cruz, una de sus profesoras más queridas. «Este caso es una investigación. Reúnelo para tu doctorado, que tienes que defender en Cuba. Yo voy a ser tu tutora», le dice Aracely y la joven doctora sonríe, ruborizada: «Está bien, profe…».

Más que su evidente brillo personal, a la doctora le interesa ayudar a estas familias. Además de indagar el mal que las aqueja, ella certifica el carné de discapacidad que les
permitirá acceder, desde los consejos comunales, a la ayuda económica del Gobierno Bolivariano. Es la salud con corazón que la medicina privada y la del seguro no conocen ni siquiera en las consultas de Cardiología.

Para ella es normal: fue lo primero que aprendió en Cuba, de modo que al graduarse como doctora en 1999 y regresar, trabajó por tres años en comunidades indígenas. Más tarde, en la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, vio coronado en nuevo título su amor por la genética.

«Ustedes han colaborado con un experimentado personal médico y de laboratorio que nos ha apoyado en lo clínico y lo científico. Este Centro de Genética recibe colaboración del Centro Nacional de Genética de Cuba. También Cuba respalda la formación de asesores genéticos para las comunidades que se nos articulan con consultas, muestras, exámenes y evaluaciones», reconoce Melissa, todo un ejemplo dentro de una misión social que acaba de cumplir diez años: la José Gregorio Hernández.

SIEMPRE CHÁVEZ Y FIDEL

La doctora cubana Carmen Maday Canosa Carballo, asesora nacional de la Misión José Gregorio Hernández y de las Salas de Rehabilitación Integral, comienza con dos evocaciones: «La Misión, nombrada en honor de un destacado salubrista venezolano, surge de una idea de Chávez y Fidel y tuvo como antecedente el estudio sicosocial, pedagógico y clínico genético a personas con discapacidad y a sus familiares realizado en Cuba entre el 2001-2003».

En el 2007 Fidel y Chávez acordaron comenzar un estudio piloto en la parroquia Caucaugua, del municipio de Acevedo, en Miranda, que luego se extendió a todo ese estado y, en diciembre del 2007, al de Delta Amacuro. En el 2008 creció por toda Venezuela hasta que el 15 de marzo de ese año Chávez constituyó la Misión José Gregorio Hernández.

«Así se gestó la primera visita casa a casa –recuerda Maday– y en el 2010 se realizó la segunda, para evaluar las condiciones de vida de estas personas y ayudarlas. En el 2014, el tercer estudio arrojó que había 336 200 personas con discapacidad, con predominio de las físico motoras, seguidas de las intelectuales».

En una década de misión han sido visitados 1 681 290 hogares y certificado en el Consejo Nacional para las Personas con Discapacidad (Conapdis) a más de 358 000 venezolanos. Por esta razón, los servicios médicos han atendido a unas 588 000 personas y se ha entregado más de un millón de ayudas técnicas, insumos y prótesis auditivas. La doctora Maday añade que la Misión ha atendido a 390 000 personas encamadas y capacitado a sus familiares para su cuidado. Son los números del amor.

«Pero la Misión –acota la coordinadora– no solo se ocupa de personas con discapacidad; también incluye a embarazadas, sobre todo las de alto riesgo obstétrico. Por otro lado, contamos en el país con 586 Salas de Rehabilitación Integral».

Venezuela cuenta con una Red de genética comunitaria encaminada a detectar riesgos. Todos los estados disponen de másteres en asesoramiento genético que consultan desde la base a embarazadas, niños y otros familiares. El sistema incluye al Centro Nacional de Genética, que brinda servicios de asesoramiento genético, genética clínica, exámenes de laboratorio y ecosonogramas para chequeo prenatal y posnatal de defectos congénitos.

Su director, el doctor Lino Oviedo de la Cruz, resume la obra de la década: más de 44 500 consultas –de asesoramiento genético, genética clínica, neuropediatría y sicología– y de 33 600 estudios de ecografía, mientras los estudios históricos cromosómicos rebasan los 3 700, los metabólicos superan los 320, y los moleculares, los 190. Una ciencia del primer mundo con la gratuidad de la Revolución.

Como parte del Convenio Integral de Salud Cuba-Venezuela, el Centro de Genética Médica involucra personal de los dos países. El día del reportaje se graduaron allí 11 nuevos másteres que elevaron a 34 los especialistas venezolanos integrados al sistema en 17 estados. Cinco profesores cubanos del Centro Nacional de Genética Médica de la Isla, encabezados por la doctora Aracely, formaron el tribunal.

MÁSTERES DEL HERMANAMIENTO

Serena, abierta al diálogo y hasta a la sonrisa, Aracely Lantigua Cruz tiene unos títulos difíciles de memorizar: investigadora titular y profesora consultante de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, presidenta de dos comités de maestrías (en asesoramiento genético y en genética médica) y profesora principal de Genética clínica.

Ella habla de otra grandeza: «Tengo que mencionar a Fidel. Cuando en Cuba se hizo el trabajo de discapacidad y se detectaron muchos casos con origen genético, él quiso que esas personas fueran atendidas desde la formación comunitaria y solicitó una maestría emergente que les explicara sus problemas y cuáles podían ser las medidas preventivas».

La especialista amplía: «Se formaron alrededor de 700 médicos con esas características, luego fuimos al programa normal, con dos años, entrenamiento más largo e investigación de defensa de tesis. Allí entraron estos maestrantes venezolanos, bolivianos, nicaragüenses… en fin, hemos estado formando asesores genéticos para el ALBA-TCP».

Venezuela, que obtuvo la sede de esa maestría, puede, gracias a la solidaridad, graduar a especialistas como el doctor Yohnny Colmenares, quien a nombre de los 11 nuevos másteres en asesoramiento genético improvisó un hermoso discurso. «Chávez siempre dio a los venezolanos puertas para la victoria. Nos dejó el legado de saber que en nuestro corazón está lo que realmente queremos ser», dijo este médico que recordó igualmente a Fidel y agradeció a los hermanos cubanos por llevarles lo que tienen. «No dudo que lo que ahora recibimos vamos a compartirlo», auguró.

Es la patria común aludida en intervenciones diferentes por el doctor Leonardo Ramírez Rodríguez, vicejefe de la Misión Médica Cubana en Venezuela, y por Soraida Ramírez Osorio, presidenta de la Fundación Misión José Gregorio Hernández.

En el Centro de Genética, un busto de Chávez –quien lo inauguró el 14 de octubre del 2009– recuerda en una frase que ese sí es «socialismo puro». Bien lo sabe Melissa, la joven doctora formada en Cuba y ahora empeñada en desentrañar, con sensibles ojos, los misterios que agobian a familias pobres como los Valero González.